No todo es inspiración: hábitos para ser más eficiente y profesional en tu día a día

  • Carles Marsal

Profesionaliza tu proceso aprendiendo los hábitos clave que pueden ayudarte a organizarte mejor, evitar el agotamiento y llevar tu trabajo al máximo nivel.

Detrás de cada proyecto visual impactante —una ilustración que transmite emociones, una composición que respira equilibrio, una identidad visual que permanece en la memoria— hay algo que va mucho más allá del talento o la inspiración momentánea. Lo que suele haber es una rutina sólida, una estructura diaria que permite que la creatividad fluya de forma constante, sin agotarse.

Por mucho que nos encante la idea romántica del artista que crea por impulsos, la realidad es otra: los diseñadores y artistas digitales que nos dedicamos a esto compartimos algo en común más allá de tener un estilo propio. Tenemos hábitos. Tenemos método. Y, sobre todo, hemos aprendido a crear nuestro propio sistema de trabajo para sostenernos a lo largo del tiempo sin quemarnos.

Aquí te voy a compartir algunas de las rutinas que personalmente me han acompañado a lo largo de más de 20 años como artista digital, con las que he evolucionado y que he compartido con todos los alumnos que han pasado por mis cursos. Son prácticas que puedes adaptar a tu día a día, y que no buscan encajonarte, sino ayudarte a encontrar tu propia manera de trabajar con intención y equilibrio.

1. El ritual matutino: claridad antes de creatividad

No se trata de levantarse a las 5 de la mañana ni de hacer yoga mirando al sol (aunque si te funciona, adelante). El verdadero valor del comienzo del día está en recuperar el foco antes de entrar en el terreno creativo.

Una buena rutina matutina incluye revisar tus prioridades, ver en qué punto están tus proyectos y, sobre todo, establecer un objetivo claro para la jornada. En mi caso, dedico unos minutos a repasar el árbol de proyectos que tengo en marcha (una herramienta que comparto y explico a fondo en mis cursos), reviso referencias y el calendario de entregas y, si tengo tiempo, resumo lo que voy a hacer en una nota acompañada de bocetos rápidos para tener una idea más general antes de sentarme a trabajar.

La clave está en no empezar el día reaccionando, sino dirigiendo.

2. Trabajo en bloques: menos dispersión, más profundidad

Una de las diferencias más grandes entre un artista o diseñador amateur y un profesional no está sólo en el estilo o la técnica, sino en la capacidad de sostener sesiones de trabajo profundas sin interrupciones.

El tiempo creativo más potente no se da en ráfagas de 20 minutos entre emails, sino en bloques de 90 o 120 minutos donde te sumerges por completo en lo que estás haciendo. Pero para que esto funcione, necesitas dominar tus herramientas casi con memoria muscular. No puedes entrar en una fluidez de trabajo si estás constantemente peleándote con los pinceles, los ajustes de capas o los efectos que no terminan de responder como quieres.

Por eso, una parte esencial de mis formaciones no se centra solo en qué hacer, sino en cómo hacerlo directo al grano, con soltura, con fluidez. Cuando tu herramienta se disipa en el proceso como el canal para crear y se vuelve una extensión de ti, ahí es cuando el arte aparece.

3. La pausa activa: respirar para ver mejor

Una de las grandes trampas de la productividad es pensar que más horas equivalen a mejores resultados. Pero la experiencia te demuestra que hacer pausas inteligentes mejora la calidad del trabajo.

Salir a caminar, estirar el cuerpo, cambiar de entorno o incluso dedicar 10 minutos a escuchar música sin pantalla delante puede renovar tu energía y darte otra perspectiva sobre lo que estabas diseñando. A veces, ese detalle que no acababas de ver aparece justo después de darte un respiro por una cuestión de salir del contexto.

Muchos de mis alumnos me han comentado que tras incorporar este hábito sencillo han experimentado una mejora radical en su capacidad de concentración y en la calidad de sus entregas.

4. Explorar fuera de lo conocido: romper tu rutina para crecer

Aquí viene una de las partes más importantes y, al mismo tiempo, más olvidadas por muchos profesionales: salir de la zona de confort creativa.

Es fácil caer en la inercia de hacer siempre el mismo tipo de trabajos, en el mismo estilo, para los mismos clientes. Pero para poder evolucionar hace falta un punto de reinvención, de aire fresco en tus fuentes artísticas. Salir de la rutina y probar cosas nuevas, incluso trabajar con medios que no son los habituales te permitirá incorporar algo nuevo, siempre.

Puede ser experimentar con una técnica diferente, explorar el 3D si siempre has trabajado en 2D, aprender fotografía si vienes del mundo de la ilustración, o simplemente empezar un proyecto personal que no tenga ninguna finalidad comercial.

Yo mismo, a lo largo de mi carrera, he incorporado nuevas disciplinas aunque sea de manera superficial, he creado pinceles específicos para experimentar y me he lanzado a probar cosas que nada tienen que ver con mi trabajo, aunque sean solo para despertar mi creatividad. No como un desvío, sino como un impulso que ha hecho más rica y versátil mi manera de crear.

Salirse del camino previsto no es una pérdida de tiempo. Es invertir en tu crecimiento.

5. Revisión con criterio: no solo corregir, sino entender

Una buena rutina no termina cuando terminas una pieza. Termina cuando la revisas, a veces, tras unas cuantas horas, o días. Y no me refiero a corregir errores técnicos, sino a mirar tu trabajo con intención y criterio.

¿Cumple el objetivo que tenía? ¿Está visualmente equilibrado? ¿Hay algo que puedas mejorar ahora que han pasado unas horas? Esta revisión es fundamental, y cuanto más ejercites tu ojo crítico, más rápido podrás tomar decisiones en tus futuros diseños.

Esto es algo extremadamente importante, por eso insisto en ello en todas las fases de desarrollo de mis cursos: no solo crear y aprender a aplicar técnicas, sino entender qué estás haciendo y por qué. Es la forma más rápida de progresar sin estancarte y de mantener la coherencia de cada proyecto.

6. Cierre del día: reflexión y preparación para mañana

Cerrar el día con intención es tan importante como empezarlo bien. Tómate unos minutos para registrar lo que has hecho, anota en qué punto dejas cada proyecto, e incluso reflexiona sobre lo que podrías hacer mejor mañana. Seguro que tras un rato de haber dejado de trabajar, te vienen a la cabeza varias soluciones a cosas que no encontrabas la manera de solventar (volvemos a la importancia de hacer pausas y alejarse momentáneamente).

Este hábito, aunque parezca menor, consolida el aprendizaje y reduce la ansiedad creativa. Saber que has cerrado bien tu jornada te da tranquilidad y te permite desconectar sin culpa.

Tu rutina no es una cárcel: es tu trampolín

A menudo pensamos que establecer rutinas va en contra de la creatividad. Pero es al revés: cuando sabes que tienes un sistema que sostiene tu trabajo, puedes permitirte ser más libre, más valiente, más creativo.

Una rutina bien diseñada te da orden, pero también espacio para explorar, para improvisar, para crecer. Y si en algún momento sientes que necesitas ayuda para construir esa rutina, para dominar tus herramientas, para mejorar tu criterio y llevar tu diseño al siguiente nivel… para eso estoy yo y mis cursos. 😉

No están pensados solo para que aprendas cosas nuevas, sino para que transformes tu forma de trabajar. Para que disfrutes más del proceso, te sientas más seguro con tus decisiones creativas y puedas vivir de esto sin perder la pasión por lo que haces.

👉 Si quieres empezar hoy mismo, puedes hacerlo con los recursos gratuitos o lanzarte de pleno con los cursos completos en cursos.carlesmarsal.com. También encontrarás materiales descargables diseñados para mejorar tu flujo de trabajo desde el primer minuto.

Haz de tu rutina una aliada. Y verás cómo tu arte y tu confianza se disparan.

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