Atrayendo mejores clientes gracias a la IA
- Carles Marsal
Puede que sorprenda, pero ha sido así. La irrupción de la IA en el ámbito artístico no ha supuesto un problema en mi día a día, al contrario, me ha permitido filtrar y atraer a mejores clientes (algo parecido a lo que hace el Dr. Grant con el Rex en Jurassic Park, pero menos peligroso 😅).
Entiendo perfectamente el miedo que pueda suponer para muchos, sobre todo los que os estáis iniciando y que todavía no os encontráis trabajando en activo. Cuando aparecieron los primeros resultados obtenidos por Dall-E o Midjourney, muchos se llevaron las manos a la cabeza asegurando que era el fin.
Creo que no puedo enumerar la cantidad de veces que me han preguntado: "¿y tú, que harás ahora que tus clientes no te necesitan?" o "menudo problema tienes ahora que tu trabajo lo hace la IA". Obviamente, quién plantea esas dudas no tiene ni idea de lo que hacemos los artistas digitales o directores de arte.
Y aún y siendo cierto que en el camino he dejado de recibir encargos menores, el resultado es que tengo clientes mucho más valiosos, dando como resultado un filtrado con el que tengo el mismo trabajo que antes, con clientes de mayor categoría.
La IA como filtro de calidad
La facilidad para generar arte mediante IA ha provocado una saturación de lo más común, lo genérico y lo sin alma. Hay un estilo dentro de los estilos generados en IA que tiene un "algo" que se hace evidente. Eso ha provocado que los clientes con criterio (esos que entienden el valor de lo profesional y quieren un producto a medida) eviten lo gratis, lo fácil y lo impersonal. Y acaban buscando a alguien con conocimientos artísticos reales, que sepa manejarse con sensibilidad y dar contexto a lo que hace. Todo lo que he repetido hasta la saciedad y que es tan importante: no solo generar algo bonito, sino algo con intención y significado reales.
La IA puede imitar estilos, ajustar colores, generar ambientes a partir de otros, recopilar referentes y referencias... nos permite acelerar procesos y es tremendamente útil en ciertos puntos muy concretos. Pero no es capaz de "sentir" un encargo, de construir narrativas visuales propias, de crear sus propios estilos previamente inexistentes. Mi sello no es solo lo que se ve, sino lo que transmite: atmósfera, intención, mirada personal. Como explico siempre en mis cursos, la técnica es el medio; lo esencial y lo que te diferencia es la idea que viene de ti.
Clientes exigentes, no prescriptivos
Los mejores clientes (en especial los que valoran su producto y saben lo que quieren) no vienen diciendo “un diseño me lo saca una IA en 30 segundos”. Vienen buscando un socio artístico que entienda su marca, su mensaje, que aporte solidez, profesionalidad y resolución técnica. Eso solo lo aporta alguien profesional con experiencia real: un proceso de trabajo absoluto, único y hecho a medida. Es ahí cuando los clientes se dividen en dos tipos que me gusta nombrar con cierta comparativa con el mundo de la restauración: clientes gourmet y clientes de comida rápida. Los primeros valoran lo único, aquello que tiene una impronta especial con personalidad, que ha sido cocinado a fuego lento y tiene sabor. Los segundos, son todos igual de mediocres, buscan algo rápido y barato, el resto, da lo mismo.
De hecho, hay un monólogo en la maravillosa Jurassic Park (volvemos a ella, y de hecho, os recomiendo las dos novelas de Michael Crichton), en el que Ian Malcolm reflexiona sobre la problemática de utilizar el poder genético (puedes verlo aquí). Si cambiamos ese concepto por el de la IA, el mensaje sigue siendo igual de válido y nos lleva a reflexionar acerca de la responsabilidad que decidimos, o no, tomar al utilizarla:
"El poder genético es la mayor fuerza del planeta, pero usted lo esgrime como el niño que ha encontrado el revólver de su padre. Le diré el problema que plantea el poder genético que están utilizando aquí: no les costó ninguna disciplina adquirirlo. Leyeron lo que hicieron otros y dieron el paso siguiente. No adquirieron ese conocimiento, así que no asumen ninguna responsabilidad por ello. Se alzaron sobre los hombros de genios, para conseguir algo lo antes posible y sin saber siquiera lo que tenían, lo patentaron, lo envolvieron, lo metieron en una caja y ahora lo están vendiendo."
Ian Malcolm en Jurassic Park.
Resolución real de problemas
La IA funciona bien en imágenes genéricas, siempre he defensado que en ciertas partes del proceso es una herramienta extraordinaria, en especial en la fase de bocetado y búsqueda de ideas. Pero cuando el trabajo exige integrarse con sistemas, archivos modificables, uso de capas y contenidos concretos, flujos de impresión o producción específicos... ahí el talento y la experiencia humana marca la diferencia. Los clientes exigentes, que son los que comprenden la necesidad de contratar a un profesional, quieren invertir en tiempo y exclusividad, pero también en resultados a largo plazo. Valoran la capacidad para entregar encargos a medida de sus necesidades, únicos e impactantes, pero que puedan ser modificados para todo tipo de producciones. Que en cualquier momento puedan recurrir a nosotros y encontrar soluciones a imprevistos. Una inversión real para ellos.
La mala imagen de los “IA artists”
Os habréis dado cuenta de que está surgiendo una percepción negativa en el mundo creativo en la que lo encontrado automáticamente via IA huele a cutre, genérico y barato. Ha habido polémicas como concursos de arte digital en los que las imágenes promocionales estaban hechas con IA. Los clientes con criterio lo rechazan, es más, en ciertos casos piden explícitamente que no se trabaje con ellas más que en casos muy puntuales y para fines muy controlados (como trabajos o procesos repetitivos). Hay que saber cuando y donde usarla, con responsabilidad, para que realmente sea útil y cobre sentido en nuestro flujo de trabajo (volvemos al monólogo de Ian Malcolm) Por eso es tan importante evitar la etiqueta “hecho con IA” y apostar por lo artesanal, lo personalizado y lo profesional. Incluso el llamarse "AI artist" es de por si, absurdo e incongruente, a la par que dependiente.
Si dependes de la IA, eres más prescindible que nunca
Estamos entrando en una era en la que habrá menos artistas, no porque falte talento, sino por miedo, frustración o falta de dirección. Muchos no se atreven a seguir porque sienten que no pueden competir con la IA, otros, lamentablemente, han dado con los clientes equivocados (los de la comida rápida). Y otros se suben al tren creyendo que con una herramienta basta.
Pero usar una IA sin conocimiento es como conducir un Fórmula 1 sin saber manejar un coche: acabarás estrellándote por falta de base técnica y criterio artístico. Dependerás tanto de ella, que si en cualquier momento desaparece, serás incapaz de reproducir lo que hacías con ella en otro entorno o herramienta. La IA puede acelerar, pero no pensar. Puede ejecutar, pero no decidir. Pero si dependes de ella, tarde o temprano se te comerá.
Y aquí es donde seguimos marcando la diferencia los que construimos desde la técnica, la reflexión y la experiencia. Donde unos ven una amenaza, otros estamos viendo un camino aún más claro hacia lo auténtico y profesional. Nos pueden quitar los programas y las herramientas, pero no el estilo y lo aprendido, eso va con nosotros y podemos sacarlo a relucir en nuevos medios o herramientas que aparezcan. Somos artistas, independientemente del medio en el que tengamos que trabajar.
Si tú también quieres trabajar con clientes que valoran la técnica, la creatividad y la profesionalidad, este es un gran momento para diferenciarte y crecer. No tengas miedo, ni te rindas, sigue tu camino y confía. Los buenos clientes llegarán buscando lo exclusivo, y eso, no hay IA que lo ofrezca.
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